21 de abril de 2009

¿Damos una vuelta?

Como el personaje de John Cusack en Alta Fidelidad, el vinilo siempre se ha resistido a ceder ante la modernidad. En la película, de hecho, existe un cierto paralelismo entre Rob (así se llama el prota) y los discos que vende en su tienda de Chicago. A Rob lo abandona su novia por una especie de Steven Seagal new age, al vinilo sólo lo quieren ya los tres empleados de la tienda, que matan el tiempo confeccionando listas de canciones idóneas para cada situación.





Lo que encarna el vinilo en esa película y en el imaginario general es el encanto de lo genuino, de lo auténtico.
El vinilo tiene algo de aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor. De otra forma, no se explica la resistencia de este formato a los nuevos tiempos y tecnologías (supuestamente) mejores.

Su origen se remonta a Edison y al gramófono, pero adquirió ese encanto que persiste hoy en día fue entre los sesenta y los ochenta. La belleza del vinilo está estrechamente ligada a la calidad de la música de aquella época. Si no existieran nostálgicos de los Beatles, los Stones o los Zeppelin raramente alguien conservaría un disco de vinilo como algo más que un souvenir retro.

Los discos de vinilo han conseguido vivir una segunda juventud después del primer boom del CD, incluso ahora, en la era digital, la música más moderna se pincha con el formato más antiguo (ver la batalla entre el vinilo y los formatos digitales). ¿Extraño?




En las películas, novelas o series de televisión el personaje que ama los vinilos posee el encanto de lo retro. Tener y escuchar vinilos es sinónimo de disfrutar realmente la música. Es un formato elegante, más estético que el CD, reinventado hasta la saciedad (en la elegancia del disco de vinilo). Y al mismo tiempo, representa la pugna que existe entre el pasado y el futuro. Y ante la creencia de que lo de antes era mejor a lo de ahora, yo creo que simplemente es diferente. Vivimos en un mundo más práctico, donde se han inventado sintetizadores capaces de reproducir exactamente una melodía como sonaría en un plato para vinilos gastado. Pero en el fondo, a casi nadie le gusta lo sintético... es por eso que hay gente que sigue dando vueltas: son todos los Robs del mundo.

16 de abril de 2009

Querida crisis

Yo no entiendo nada de viñetas ni de cómic. Y me dicen que soy muy poco guay porque no he leído ninguna novela gráfica (cosa indispensable hoy en día en algunos círculos de la coolería). Pero esto de El Roto a mí me parece más arte que otra cosa. La crisis da de sí para todos, pero qué forma tan mordaz y hábil de crítica la de este hombre. Sin conocer nada del mundo del cómic, a mí me parece que lo que hace este hombre es arte. Él y otros que conocí hace tiempo: Forges, Quino... La viñeta sigue pareciendo un género de poco valor, hoy completamente relegada.
Espero que hoy se sigan leyendo las historias de la Rue del Percebe, o de Pepe Gotera y Otilio y los grandes Mortadelo y Filemón, con la gorda Ofelia persiguiendo a Filemón sin tregua. Espero que no queden apartados en algunos rincones de internet como www.tebeosfera.com (aún en construcción). Y espero que las películas que proliferan sobre el mundo del cómic mejoren de calidad o, al menos, inciten a visitar la versión gráfica antes de que todo lo que quede de Spiderman sea su recaudación en taquilla.

14 de abril de 2009

Un viaje... mil

Sólo he escuchado dos veces esta canción en directo. Pero en la intimidad de mi cuarto reconozco que las paredes han aborrecido sus versos ya. Cientos de veces al cerrar los ojos las palabras sesgadas de un amor doloroso, oscuro, me han transportado a lugares y momentos distintos. La oía al recorrer kilómetros por el desierto del Sahara, casi al llegar a Abu Simbel; en algún bulevar parisino bajo su cortante y típico frío; también en Carden town, en pleno mercadillo; en la esquina de Haight y Ashbury, y paseando por la calle Regomir, camino a la plaza de la Clandestina.
La primera vez que la escuché en directo me emocionó ver la cara de las miles de personas que, como yo, cantaban entregados a las mismas letras, las mismas emociones y sentimientos que yo vivía.
La segunda vez, simplemente disfruté.
Por más lejos que vaya, siempre habrá partes de mí de las que no me podré deshacer. Y eso me encanta. Soy una golfa.






Ocio y jevi metal


"Según un juez, Tulleren "no puede desempeñar su trabajo sin someterse a intensivas sesiones de heavy". El magistrado aclaró, además, que en muchas ocasiones las mismas representan un problema para que se desempeñe bien en su empleo. Todo comenzó cuando despidieron, una vez más, a este fanático que "durante 2006 asistió a más de 300 recitales", según informó el diario El Mundo.
La adicción de Tullgren se inició cuando en 1971 su hermano mayor le hizo escuchar un disco de
Black Sabbath. Desde hace 10 años que le solicitaba a la Justicia que le reconozca su pasión musical como una dependencia que le generaba problemas, y ahora lo ha conseguido.
Finalmente, el fanático obtuvo una respuesta y ahora podrá trabajar sólo media jornada y recibirá 400 euros mensuales."
(de Tonterías del rock)


Después de esta noticia extraída (según ponía en su cachondo blog de origen) del diario 20 minutos, me planteo mudarme a Suecia, de donde es el tal Tulleren. La única pega es que con 400 euros no da para muchos discos de jevi después de pagar alquiler y gastos. De momento, el ocio sigue considerándose algo innecesario, pero quizás las reivindicaciones obreras a favor de la reducción de jornada laboral han encontrado en Tulleren a un nuevo aliado. Y yo, para no ser menos, os dejo un enlace a la perdición del sueco, a ver si cunde el ejemplo por aquí.



9 de abril de 2009

Felicidad (qué bonito nombre tienes)


Rímel y carmín,
la noche avanza como cualquier otra.
Suena mi canción.

Ítaca, amor y odio

Poema de Ítaca

Lo que más me gusta de la ítacas es eso de tomarse con calma el camino. Hay veces en que la sensación de búsqueda de lo perdido es desesperante. Y siempre intento no dejarme vencer por la ofuscación de no ver entre la niebla las costas de la isla. Pero es en esos momentos en los que recuerdo aquello de que ella ya me ofreció un hermoso viaje.

"Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado"


Pero, no puedo evitar tenerle un poco de rabia. Dichosa Ítaca, sé que no me has engañado porque me engañé yo sola. Sabía cómo eras, pero en mi imaginación tomaste una forma mística, perfecta. La promesa de tí me hizo ser como soy. Gracias por traerme hasta aquí, pero sabes que te odio un poco.


Pd. Esta hermosa canción me acompaña en cualquier camino y también trata de las ítacas.

Perversos de estar por casa

Calendarios de desnudos

Están tan de moda que todo el mundo tiene o ha participado en uno. Al menos, conoce su existencia. Los calendarios con desnudos de gente corriente son la muestra tangible de la superación en nuestra cultura del tabú de la desnudez. La charcutera posa en cueros rodeada de salamis y paletillas, el astrofísico sólo tiene un radiotelescopio para ocultar sus vergüenzas. Normalmente, este afán por el despelote se excusa tras una buena causa tal como la recaudación de fondos para unos huerfanitos. Pero en realidad, a mí me sugiere más cachondeo que otra cosa. El nudismo ya no está en la carta de perversiones… excepto para mi vecina, que sigue escandalizándose por las esquinas cada vez que me ve tomando el sol en la terraza (por cierto, creo que tiene que trepar un metro de muro al menos para poder ver mi patio). Lo dicho, todos perversos.